Josué,
en hebreo,
יְהוֹשֻׁעַ,
“Yahvé salva” o “Yahvé de salvación”, cuya vida es narrada en el Libro de Josué. El nombre
"Josué" es el equivalente hebreo de "Jesús".,
fue el sucesor de Moisés
en las campañas militares llevadas a cabo por los hebreos
en la conquista de Canaán. Con el comienza el periodo de los jueces. Se
llamaba originalmente Oseas y era hijo de Nun, de la tribu de Efraín
(Nm. 13,8).
Nació en Egipto, y tenía probablemente la misma edad
que Caleb, con quien suele relacionársele.
Participó en los acontecimientos narrados en el Éxodo
como ayudante de Moisés. Fue el comandante de los israelitas en la batalla
contra los amalecitas
en Refidín (Ex. 17,8-13).
Se convirtió en el lugarteniente de Moisés, y
lo esperó a mitad de camino cuando éste subió al Monte Sinaí
a recibir los Diez
Mandamientos (Ex. 32,17).
Fue también uno de los doce exploradores enviados por Moisés a la tierra de
Canaán (Nm. 13,16),
y el único, junto con Caleb, en traer un informe alentador.
Yahvé Dios lo eligió sucesor de Moisés y éste
lo reconoció como tal (Nm. 27,18-23;
Dt. 31).
Además, Josué fue encargado de repartir la tierra juntamente con Eleazar (Nm. 34,17).
Al morir Moisés, Yahvé renovó a Josué la promesa de la tierra de Canaán, que
Josué debía conquistar. Ordenó atravesar el río Jordán,
cuyas aguas fueron detenidas mientras el Arca de la Alianza,
transportada por los levitas,
se encontraba en el lecho del río (Jos. 3).
En memoria de este hecho, ordenó erigir doce piedras, representando a las doce
tribus de Israel. Por orden de Yahvé, hizo que fuesen circuncidados todos los
israelitas que permanecían incircuncisos (Jos. 5).
Conquistó Jericó,
cuyas murallas se derrumbaron cuando los sacerdotes que custodiaban el Arca de la Alianza tocaron los
shofarim siguiendo las órdenes de Yahvé (Jos. 6).
Todos los habitantes de la ciudad, incluyendo mujeres y niños, fueron muertos,
a excepción de la prostituta Rajab, que había colaborado con los espías
enviados por Josué, y su familia. La ciudad fue destruida por completo, y Josué
maldijo a quien intentara reconstruirla.
Al intentar atacar la ciudad de Hay, sus
tropas sufrieron una derrota a causa del pecado de Acán, quien se había
apropiado de objetos preciosos que Yahvé había decidido que fueran destruidos.
Acán fue lapidado,
y Josué logró finalmente conquistar Hay, mediante una hábil estratagema. Los
habitantes de Hay sufrieron la misma suerte que los de Jericó. El total de
hombres y mujeres exterminados fue de 12.000 (Jos. 8,25).
Posteriormente, Josué levantó un altar a Yahvé en el monte Ebal.
A causa de los éxitos de Josué, los hititas,
amorreos, cananeos, pereceos, jebeos y jebuseos establecieron una alianza
contra los israelitas.
Los gabaonitas consiguieron evitar ser exterminados
por los israelitas gracias a una estratagema (Jos. 9).
Josué venció a continuación a una alianza de cinco reyes amorreos que
pretendían atacar a los gabaonitas; durante la batalla, para ayudar a los
israelitas, Yahvé hizo que el sol se "detuviera" en el cielo (Jos. 10,13).
Tras la victoria, Josué ejecutó personalmente a los cinco reyes (Jos. 10, 26).
Josué ora a Dios para que el sol se pare, |
A continuación Josué conquistó las ciudades
de Maquedá, Libná, Laquis, Eglón, Hebrón y Debir. En todas ellas fueron
exterminados todos sus habitantes: "todo lo que tenía vida lo exterminó,
como Yahvé, Dios de Israel, se lo había mandado"(Jos. 10, 40).
Después venció a Yabín, rey de Jasor, y consumó la conquista de la tierra
prometida.
Repartió el territorio conquistado entre las
tribus de Israel (Jos. 13, 21). En su ancianidad convocó una asamblea en Siquem
y recomendó a los israelitas que mantuvieran su fidelidad a Yahvé. Según el
Libro de Josué, falleció a los 110 años de edad, y fue sepultado "su
heredad en Timnat-sera, que está en los montes de Efraín, al norte del monte
Gaas" (Jos, 24, 30).